Todo depende del tipo de ejercicio que realicemos y con esto me refiero a su duración e intensidad. El músculo tiene una reserva energética en la que destaca el ATP (adenosin trifosfato), la fosfocreatina, la glucosa y los ácidos grasos.
Cuando el músculo está en reposo, su fuente energética principal (95%) son los ácidos grasos. Pero cuando comienza la actividad física el combustible cambia para poder atender la demanda que el ejercicio le exige. En los primeros momentos debe recurrir a los combustibles de disposición inmediata: El ATP y la fosfocreatina.
El ATP de reserva solo puede suministrar energía en los primeros dos a cinco segundos posterior al inicio de la contracción por estar en concentraciones muy limitadas. Pero, por ser el ATP la moneda de cambio energética en todos los procesos oxidativos, el musculo debe recurrir a la resíntesis de ATP a través de dos mecanismos: uno de acción rápida como lo es el uso de fosfocreatina durante los primeros 8 a 15 segundos luego de iniciada la contracción y otra de acción más lenta como lo son los procesos en los que se genera energía a través de la oxidación de glucosa, ácidos grasos y eventualmente aminoácidos y cuerpos cetónicos.
Estos procesos oxidativos pueden tener lugar en presencia de oxígeno (metabolismo aeróbico) o en ausencia del mismo (metabolismo anaeróbico).
Al comienzo, pero luego de agotar las reservas musculares del ATP y de fosfocreatina, comienza el metabolismo anaeróbico de la glucosa con la posterior formación de acido láctico. Una vez que se ha alcanzado los niveles adecuados de adaptación cardiovascular y respiratoria –aproximadamente 90 segundos después de iniciado el entrenamiento- comienza el metabolismo aeróbico de la glucosa el cual va a ser la principal fuente de energía en los próximos treinta minutos de ejercicio. Transcurrido este tiempo, seguiremos con un proceso oxidativo aeróbico pero utilizando los ácidos grasos de reserva como fuente de energía. Durante este proceso se va a producir dióxido de carbono y agua.
Desde el punto de vista metabólico, se puede distinguir dos tipos de ejercicios:
Ejercicios de potencia (sprints, levantamiento de pesas) en los que las demanda energética no es proporcional a la capacidad de suministro de oxígeno, teniendo que recurrir a vías predominantemente anaeróbicas; sin embargo, simultáneamente también se hace uso, en menor proporción, de la ruta aeróbica.
Los ejercicios de resistencia (caminar, correr, nadar, montar en bicicleta) en los que se usa principalmente el metabolismo aeróbico.
Esta clasificación no es absoluta e inflexible. Esto es porque en todo trabajo aeróbico hay una fase inicial anaeróbica y en todo trabajo anaeróbico se intenta cubrir las demandas usando la vía aeróbica. De manera que, todo esfuerzo físico tendrá un carácter mixto desde el punto de vista metabólico oxidativo, a pesar de que pueda identificarse un componente metabólico predominante.
Cuando el músculo está en reposo, su fuente energética principal (95%) son los ácidos grasos. Pero cuando comienza la actividad física el combustible cambia para poder atender la demanda que el ejercicio le exige. En los primeros momentos debe recurrir a los combustibles de disposición inmediata: El ATP y la fosfocreatina.
El ATP de reserva solo puede suministrar energía en los primeros dos a cinco segundos posterior al inicio de la contracción por estar en concentraciones muy limitadas. Pero, por ser el ATP la moneda de cambio energética en todos los procesos oxidativos, el musculo debe recurrir a la resíntesis de ATP a través de dos mecanismos: uno de acción rápida como lo es el uso de fosfocreatina durante los primeros 8 a 15 segundos luego de iniciada la contracción y otra de acción más lenta como lo son los procesos en los que se genera energía a través de la oxidación de glucosa, ácidos grasos y eventualmente aminoácidos y cuerpos cetónicos.
Estos procesos oxidativos pueden tener lugar en presencia de oxígeno (metabolismo aeróbico) o en ausencia del mismo (metabolismo anaeróbico).
Al comienzo, pero luego de agotar las reservas musculares del ATP y de fosfocreatina, comienza el metabolismo anaeróbico de la glucosa con la posterior formación de acido láctico. Una vez que se ha alcanzado los niveles adecuados de adaptación cardiovascular y respiratoria –aproximadamente 90 segundos después de iniciado el entrenamiento- comienza el metabolismo aeróbico de la glucosa el cual va a ser la principal fuente de energía en los próximos treinta minutos de ejercicio. Transcurrido este tiempo, seguiremos con un proceso oxidativo aeróbico pero utilizando los ácidos grasos de reserva como fuente de energía. Durante este proceso se va a producir dióxido de carbono y agua.
Desde el punto de vista metabólico, se puede distinguir dos tipos de ejercicios:
Ejercicios de potencia (sprints, levantamiento de pesas) en los que las demanda energética no es proporcional a la capacidad de suministro de oxígeno, teniendo que recurrir a vías predominantemente anaeróbicas; sin embargo, simultáneamente también se hace uso, en menor proporción, de la ruta aeróbica.
Los ejercicios de resistencia (caminar, correr, nadar, montar en bicicleta) en los que se usa principalmente el metabolismo aeróbico.
Esta clasificación no es absoluta e inflexible. Esto es porque en todo trabajo aeróbico hay una fase inicial anaeróbica y en todo trabajo anaeróbico se intenta cubrir las demandas usando la vía aeróbica. De manera que, todo esfuerzo físico tendrá un carácter mixto desde el punto de vista metabólico oxidativo, a pesar de que pueda identificarse un componente metabólico predominante.