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Madre Teresa de Calcuta: vocación de servicio



El pasado martes 4 de septiembre se cumplieron 2 años de la canonización de la Madre Teresa de Calcuta por el Papa Francisco, sin embargo, para el año 2003 ya había sido beatificada por el Papa Juan Pablo II. Seguro has escuchado este nombre o quizás te resulte familiar, por eso a continuación, te contamos algunos datos de la vida de esta monja católica de origen albanés que fundó en 1950 la congregación de las Misioneras de la Caridad en Calcuta y durante más de 45 años atendió a pobres, enfermos, huérfanos y moribundos, en la India y en otros países del mundo.


Su nombre real fue Agnes Gonxha Bojaxhiu y descubrió su vocación desde temprana edad, ya para 1928 había decidido que estaba destinada a la vida religiosa por lo que decidió cambiar su nombre a «Teresa» en referencia a la santa patrona de los misioneros, Teresa de Lisieux.


Su infancia fue algo dura, ya que a la edad de 8 años perdió a su padre y su familia tuvo que atravesar por carencias económicas durante un tiempo. Para el año de 1929 llegó a impartir clases en una escuela de Calcuta y estuvo muchos años en la Congregación de las Hermanas de Loreto dedicándose a la enseñanza. Para 1937 se convirtió en “esposa de Jesús”.


La Madre Teresa dejó el convento de las Hermanas de Loreto y, vestida con el sari blanco orlado de azul, se introdujo en el mundo de los más necesitados. Recibió un curso de medicina con las Hermanas Médicas Misioneras y encontró alojamiento temporal con las Hermanitas de los Pobres. Además, iba a misa a diario y cada semana dedicaba un tiempo para confesarse.


En la década de 1960, la Madre Teresa comenzó a enviar a sus hermanas a diversas partes de la India y cuando comenzaron a expandirse a otros continentes, abren su primera obra en Venezuela, posteriormente llegaron a países comunistas como la antigua Unión Soviética y Cuba.


Atravesó durante muchos años episodios de oscuridad donde experimentó instantes profundos de separación de Dios, incluso de sentirse rechazada por Él, unido a un deseo creciente de su amor. Esta etapa inició cuando comenzó su servicio a los pobres y se mantuvo hasta el final de su vida.


Su camino a la santidad fue relativamente rápido, quizás debido a la gran amistad que tuvo con Juan Pablo II, quien la postuló para la beatificación antes de los cinco años posteriores a su muerte, que es lo que establece la Iglesia.

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