Ley 1: NO ECLIPSAR a NUESTROS SUPERIORES
Hay que hacer que los que están por encima de uno se sientan lo
suficientemente superiores. Aunque uno tenga deseos de complacerles o
impresionarles, no hay que pasarse al demostrar las habilidades propias
porque provocan el efecto contrario -inspirar miedo e inseguridad-. Si
conseguimos que nuestros jefes parezcan más brillantes de lo que son,
llegaremos a las cimas del poder.
Ley 2: NO CONFIAR DEMASIADO en los AMIGOS y SABER UTILIZAR a los ENEMIGOS
No hay que fiarse nunca de los amigos -le traicionan a uno con mayor
rapidez, porque sienten envidia con facilidad-. También se convierten en
unos mimados tiránicos. Pero si se contrata a un antiguo enemigo será
más leal que un amigo, porque tiene más que demostrar. De hecho, hay
mucho más que temer de los amigos que de los enemigos. Si no se tienen
enemigos, hay que encontrar la forma de granjeárselos.
Ley 3: OCULTAR las INTENCIONES
No debemos revelar nunca el objetivo detrás de nuestras acciones para
mantener a la gente desconcertada y desinformada. Si no tienen ni idea
de cuáles son nuestras intenciones, no pueden preparar una defensa. Hay
que llevarles lo bastante lejos por el camino equivocado, envolverlos en
humo, y para cuando se den cuenta de lo que nos proponemos será
demasiado tarde.
Ley 4: DECIR MENOS de lo NECESARIO
Si se intenta impresionar a la gente con palabras, cuanto más se
dice, más ordinario se parece y menos se controla la situación. Incluso
si se está diciendo algo banal, parecerá original si se expresa de una
forma vaga, abierta y con aspecto de esfinge. La gente poderosa
impresiona e intimida diciendo poco. Cuanto más se dice, más
posibilidades hay de soltar una tontería.
Ley 5 : DEFENDER la REPUTACIÓN con la VIDA (muchas cosas dependen de ella)
La reputación es la piedra angular del poder. Sólo a través de la
reputación se puede intimidar y ganar; una vez que se pierde, sin
embargo, uno se vuelve vulnerable y blanco de ataques por todos los
lados. La reputación debe ser algo inexpugnable. Siempre hay que estar
alerta ante la posibilidad de un ataque, para defenderse antes de que
ocurra. Mientras, hay que saber destruir al enemigo minando su propia
reputación. Luego hay que tomar distancia y dejar que la opinión pública
les lleve a la horca.
Ley 6: LLAMAR la ATENCIÓN a TODA COSTA
Todo se juzga por la apariencia; lo que no se ve no tiene valor. Por
lo tanto, no es bueno perderse entre la muchedumbre ni quedar en el
olvido. Hay que destacar. Llamar la atención a toda costa. Hay que
convertirse en un imán que atrae la atención porque parece más grande,
más colorido, más misterioso que las masas tímidas y blandas.
Ley 7: CONSEGUIR que OTROS HAGAN el TRABAJO y LLEVARSE el MÉRITO
Hay que utilizar la sabiduría, el conocimiento y el trabajo de los
demás en beneficio propio. Este apoyo no sólo ahorra tiempo y energía,
sino que produce un aura divina de eficacia y rapidez. Al final los
ayudantes quedarán en el olvido y nosotros seremos recordados. Nunca
debemos hacer nada que puedan hacer los demás por nosotros.
Ley 8: HACER que los DEMAS VENGAN a UNO (poniendo un cebo si es necesario)
Si obligamos a los demás a actuar, se tiene el control. Siempre es
mejor hacer que nuestro oponente venga hacia nosotros y que abandone sus
propios planes en el camino. Hay que atraerle con ricas ganancias, y
luego atacar. Nosotros tenemos las cartas.
Ley 9: GANAR a TRAVÉS de la ACCIÓN, NUNCA de la DISCUSIÓN
Cualquier triunfo momentáneo obtenido por una discusión no es más que
una victoria pírrica: el resentimiento y la animadversión que se crean
son más fuertes y duraderas que cualquier cambio momentáneo de parecer.
Tiene mucho más poder hacer que los demás cambien de opinión a través de
las acciones, sin decir una palabra. Hay que demostrar, no explicar.
de la misma manera. Si se engaña o se manipula a determinadas personas,
pasarán el resto de su vida buscando venganza. Son lobos vestidos con la
piel de oveja. Por lo tanto, es necesario elegir bien las víctimas y
los oponentes: nunca se debe ofender o engañar a la persona equivocada.
Ley 10: EVITE A LOS PERDEDORES Y LOS DESDICHADOS
La desdicha de los demás puede conducirlo a la muerte: los estados de
ánimo son tan contagiosos y tóxicos como una enfermedad infecciosa. A
menudo, los perdedores son los artífices de su propia desgracia y
terminan por transmitirla a quien quiere ayudarlos. Evítelos y, en
cambio, frecuente a individuos ganadores y felices.
Ley 11: HAGA QUE LA GENTE DEPENDA DE USTED
Para mantener su independencia, es indispensable que los demás lo
necesiten. Cuando más confíen y dependan de usted, tanta más libertad
tendrá. Haga que la gente dependa de usted para lograr su felicidad y
prosperidad, y no tendrá nada que temer.
“Haga que la gente dependa de usted. Ganará más con tal
dependencia que con la cortesía. Quien ha saciado su sed de inmediato le
vuelve la espalda a la fuente, pues ya no la necesita. Cuando la
dependencia desaparece, también desaparece toda educación y después el
respeto. La primera lección que la experiencia debería enseñarnos es la
de mantener la esperanza viva pero nunca satisfecha, de modo que hasta
un amo soberano nos necesite siempre.” (Baltasar Gracián, 1601-1658)
Una advertencia: no piense que, por depender de usted, su jefe lo
querrá. Por el contrario, lo más probable es que lo odie y le tema.
Pero, como dijo Maquiavelo, es mejor ser temido que amado. El temor es
algo que se puede controlar, mientras que el amor es incontrolable.
Depender de una emoción tan sutil y cambiante como el amor o la amistad
sólo le generará inseguridad. Más vale que la gente dependa de usted por
temor a las consecuencias de perderlo, que por el placer de su
compañía.
Ley 12: UTILICE LA FRANQUEZA Y LA GENEROSIDAD EN FORMA SELECTIVA
Un gesto sincero y honesto compensará docenas de actitudes dictadas
por la hipocresía y la falsedad. El gesto de franca y honesta
generosidad hace bajar la guardia aun al individuo más desconfiado.
Ley 13: CUANDO PIDA AYUDA, NO APELE A LA COMPASIÓN O A LA GRATITUD DE LA GENTE, SINO A SU PROPIO INTERÉS
Si necesita recurrir a la ayuda de un aliado, no se moleste en
recordarle el apoyo que usted le dio en el pasado, o sus buenas
acciones. Lo pasado se ignora o se olvida. Si, en cambio, al formular su
pedido de colaboración usted muestra elementos que beneficiarán a la
otra persona y hace gran hincapié en ellos, responderá con entusiasmo a
su solicitud, al detectar el beneficio que podrá obtener.
Ley 14: PRACTIQUE EL ESPIONAJE
Es de fundamental importancia saberlo todo sobre su rival. Utilice
espías para reunir información valiosa que le permita mantener siempre
una ventaja sobre él. Y mejor aún: haga usted mismo de espía. Aprenda a
sondear con cuidado a la gente en corteses encuentros sociales. Formule
preguntas indirectas para lograr que el otro revele sus intenciones y
sus debilidades. Toda ocasión es buena para ejercer el arte del
espionaje.
”La razón de que un soberano brillante y un sabio general
conquisten al enemigo adondequiera que vayan, y de que sus logros
sobrepasen a los del hombre común, es su conocimiento previo de la
situación del enemigo. Ese “conocimiento previo” no puede obtenerse de
los espíritus ni de los dioses, ni por analogía con hechos del pasado ni
mediante cálculos astrológicos. Siempre debe obtenerse de hombres que
conocen la situación del enemigo: de los espías.” (Sun-tzu, El arte de la guerra, siglo IV a. C.)
En el ámbito del poder, su objetivo es ejercer un cierto grado de
control sobre los hechos futuros. La información es fundamental para
ejercer el poder, pero, así como usted espía a los demás, debe saber que
los demás lo espiarán a usted. Una de las armas más poderosas en la
lucha por la información es, por lo tanto, la de suministrar información
falsa. “La verdad es algo tan precioso que siempre debería estar
custodiada por un séquito de mentiras”.
Ley 15: ELIMINE POR COMPLETO A SU ENEMIGO
Empezando por Moisés, todos los grandes líderes de la historia sabían
que era necesario aplastar por completo al enemigo al que temían. Si se
deja encendida una sola brasa, por muy débil que sea, siempre se corre
el riesgo de que vuelva a desencadenarse un incendio. Se ha perdido más
por una aniquilación a medias que por una exterminación total: el
enemigo se recuperará y buscará venganza. Destrúyalo por completo.
“Debe notarse, pues, que a los hombres hay que halagarlos, o de lo
contrario aniquilarlos; se vengarán por pequeñas injurias pero no
podrán hacerlo por las grandes; la herida que inflijamos a un hombre
debe ser, pues, tan grande que no tengamos necesidad de temer su
venganza.” (Nicolás Maquiavelo, 1469-1527)
El enemigo debe ser exterminado, aplastado y privado de toda
oportunidad de volver y perseguirnos. Esto vale tanto más cuando se
trata de un amigo que se ha convertido en enemigo.
La norma de “aplastar al enemigo” es tan vieja como la Biblia. Puede
que el primero en ponerla en práctica haya sido Moisés, quien la
aprendió de Dios, cuando Él separó las aguas del mar Rojo para que los
judíos pudiesen pasar y luego volvió a cerrarlas sobre los egipcios que
los perseguían, de modo que “no escapó uno solo”. Cuando Moisés bajó del
monte Sinaí con los Diez Mandamientos y vio que su pueblo adoraba al
Becerro de Oro, hizo degollar hasta al último de los transgresores. Y,
ya en su lecho de muerte, dijo a sus seguidores, que por fin iban a
entrar en la Tierra Prometida, que cuando hubieran derrotado a las
tribus de Canán debían “destruirlas por completo… no hacer trato con
ellos ni tenerles clemencia”.
Ley 16: UTILICE LA AUSENCIA PARA INCREMENTAR EL PODER
Demasiada oferta reduce el precio: cuanto más lo vean y oigan, tanto
menos necesario lo considerarán los demás. Si ya ha afirmado su posición
dentro de un grupo determinado, un alejamiento temporal hará que hablen
más de usted, e incluso que lo admiren. Deberá aprender cuándo
alejarse. Recuerde que la escasez de un recurso incrementa su valor.
Todo en el mundo depende de la ausencia y de la presencia. Una presencia
fuerte llamará la atención sobre usted, dado que brillará más que
quienes lo rodean. Pero, inevitablemente, se llega a un punto en que el
exceso de presencia produce el efecto contrario: cuanto más usted sea
visto y más se hable de usted, tanto más se irá degradando su valor.
Usted se convierte en costumbre. Por más que procure ser diferente,
sutilmente y sin saber por qué, la gente empezará a respetarlo cada vez
menos. Tiene que aprender a retirarse en el momento adecuado, antes de
que los demás lo aparten.
Esta ley sólo es aplicable cuando se ha alcanzado un cierto nivel de
poder. La necesidad de retirarse sólo aparece después de que usted haya
establecido su presencia. Si usted se va demasiado pronto, es decir,
antes de haber obtenido la cuota necesaria de poder y respeto,
simplemente será olvidado.
Nunca se debe salir de escena en tiempos de conmociones y
turbulencias, pues la ausencia puede simbolizar y provocar una pérdida
de poder. Tentar a los enemigos para que se alejen de la corte en el
momento crítico es una estrategia grandiosa.
“El amor nunca se muere de hambre, pero sí de indigestión”. Ninón de Lenclos.
Ley 17: MANEJE EL ARTE DE LO IMPREDECIBLE
El ser humano es hijo del hábito y tiene una necesidad insaciable de
sentirse familiarizado con las actitudes de quienes lo rodean. Si usted
se muestra predecible, confiere a los demás la sensación de tener cierto
control sobre usted. Invierta los papeles: muéstrese deliberadamente
impredecible. Las actitudes que en apariencia carecen de coherencia o
propósito desconcertarán a los demás, que se agotarán tratando de
explicarse sus movimientos y acciones.
Una advertencia: A veces la impredecibilidad puede volverse contra
usted, sobre todo si se encuentra en una posición de subordinado. En
ciertas ocasiones es mejor dejar que la gente que lo rodea se sienta
cómoda y segura, antes que movilizarla y desconcertarla. Demasiada
impredecibilidad puede considerarse una señal de indecisión o –algo
mucho más grave– un problema psíquico. Los esquemas son un arma poderosa
y pueden aterrar a la gente si se los rompe. Ese tipo de poder deberá
utilizarse con mucha prudencia.
Ley 18: NO SE AISLE
El mundo es un sitio peligroso y los enemigos acechan por doquier;
todos necesitan protegerse. Una fortaleza se presenta como la
alternativa más segura. Pero el aislamiento lo expone más de lo que lo
protege de los peligros que lo rodean, ya que lo aísla de información
valiosa y lo destaca como un blanco fácil para los demás. Es mucho más
seguro circular, mezclarse entre la gente y buscar aliados. La multitud
lo protege de sus enemigos.
Retírese a su fortaleza y perderá el contacto con las fuentes de su
poder. Ya no se enterará de lo que sucede a su alrededor y perderá el
sentido de toda proporción. En lugar de estar más seguro, se apartará
del conocimiento del cual depende su propia vida. Nunca se aleje tanto
de las calles como para no escuchar lo que sucede a su alrededor o
advertir las conspiraciones en su contra.
Esta ley se aplica a quienes se mueven en los más altos niveles del
poder: en el momento en que pierda contacto con su gente y busque la
seguridad en el aislamiento, se gestará rebelión. Nunca se crea tan
elevado como para poder darse el lujo de aislarse, ni siquiera de los
niveles más bajos. Al retirarse a una fortaleza, se convierte en blanco
fácil para sus súbditos conspiradores, que ven su aislamiento como un
insulto y un motivo de rebelión.
Un príncipe bueno y sabio, deseoso de conservar ese carácter y
ansioso por evitar dar a sus hijos la oportunidad de convertirse en
opresores, nunca habrá de construir una fortaleza. Así sus hijos
depositarán su confianza en la buena voluntad de los súbditos, y no en
la fortaleza de una ciudadela. (Nicolás Maquiavelo, 1469-1527)
Como recurso temporal, el aislamiento pude ayudar a obtener cierta
perspectiva. Muchos pensadores serios han comenzado su obra en prisión,
donde no hay nada que hacer, salvo pensar.
Ley 19: ELIJA A SUS ENEMIGOS
En el mundo hay muchas clases de personas diferentes, y usted no
puede suponer que todos reaccionarán de la misma manera frente a su
conducta. Hay ciertas personas que, si se sienten manipuladas o
engañadas por usted, pasarán el resto de su vida procurando vengarse.
Serán, desde el momento de la ofensa, lobos con piel de cordero. Elija
con cuidado a sus contrincantes y nunca convierta en enemigo a la
persona equivocada.
La habilidad de evaluar a la gente y saber con quién se está tratando
es una de las artes más importantes en el proceso de alcanzar y
conservar el poder. Nunca suponga que la persona con la que está
tratando es más débil o menos importante que usted. Nunca confíe en las
apariencias. Alguien que hoy parece una persona carente de importancia y
medios mañana puede llegar a poseer gran poder e influencia.
Un insulto es algo muy difícil de olvidar. No se gana nada con
insultar a alguien sin necesidad. Tráguese su impulso de ofender, aunque
la otra persona parezca débil e inofensiva. La satisfacción que la
ofensa le dará es muy poca comparada con el riesgo de que algún día el
otro se halle en una posición desde la cual podría hacerle mucho daño.
Convénzase de que no hay persona tan insignificante que no pueda
tener, en un momento u otro, el poder de resultarle de utilidad; lo cual
por cierto no hará si usted le ha mostrado su desprecio. Los errores
suelen perdonarse, pero el desprecio nunca. Nuestro orgullo lo recuerda
para siempre. (Lord Chesterfield, 1694-1773)
Ley 20: NO COMPROMETERSE con NADIE
Es idiota el que se apresura a tomar partido. No se debe estar a
favor de otra causa que no sea la propia. Si se mantiene la
independencia, se llegará a mandar sobre los demás -poniendo a unos en
contra de los otros-, haciéndoles ir tras ese poder.
Ley 21: HACERSE el INGENUO para COGER a un INGENUO, PARECER MÁS TONTO que la VÍCTIMA
A nadie le gusta sentirse más tonto que el de al lado. El truco, por
lo tanto, es hacer que las víctimas se sientan inteligentes -y no sólo
eso, sino más inteligentes que nosotros-. Una vez que estén convencidas
de ésto, no sospecharán que tenemos motivos ocultos.
Ley 22: UTILIZAR la TÁCTICA de la RENDICIÓN: CONVERTIR la DEBILIDAD en PODER
Cuando se está en la posición más débil, nunca se debe luchar por el
honor; hay que capitular. La rendición da tiempo para recuperarse,
tiempo para atormentar e irritar al vencedor, tiempo para esperar a que
su poder decaiga. No hay que darle la satisfacción de luchar y vencer:
Es mejor rendirse primero. Ofrecer la otra mejilla enfurece y
desestabiliza al enemigo. Hay que convertir la rendición en un
instrumento de poder.
Ley 23: CONCENTRAR la FUERZA
Hay que conservar la fuerza y la energía a base de concentrarlas en
su punto más fuerte. Se gana más encontrando una mina rica y escavando
más profundo, que pasando de una mina vacía a otra: la intensidad
siempre vence a la extensión. Cuando buscamos fuentes de poder para
elevarnos, tenemos que encontrar un patrón, la vaca gorda que nos dará
leche durante mucho tiempo.
Ley 24: HACERSE PASAR por el PERFECTO CORTESANO
El cortesano perfecto prospera en un mundo en el que todo gira
alrededor del poder y la destreza política. Domina el arte de la
indirecta, adula, cede ante sus superiores y ejerce su poder sobre otros
de la forma más oblicua y educada. Si aprendemos y aplicamos las leyes
del cortesano, no habrá límite para nuestra escalada en la corte.
Ley 25: CREARSE una NUEVA IMAGEN
No hay que aceptar los papeles que la sociedad impone. Hay que forjar
una nueva identidad, que exija la atención y que nunca aburra a la
audiencia. Hay que ser dueño de la propia imagen en lugar de dejar que
otros la definan para uno. Incorporar recursos dramáticos en los gestos y
las acciones públicas realza el propio poder y hace que su carácter
tenga una extraordinaria amplitud.
Ley 26: MANTENER las MANOS LIMPIAS
Hay que parecer un ejemplo de civismo y eficiencia: las manos nunca
deben verse contaminadas por equivocaciones o malas acciones. Hay que
mantener una apariencia inmaculada y utilizar a otros como chivos
expiatorios y cabezas de turco para ocultar la propia implicación.
Ley 27: APROVECHARSE de la NECESIDAD que TIENE la GENTE de CREER en ALGO para CONSEGUIR ADEPTOS
La gente tiene un abrumador deseo de creer en algo. Hay que
convertirse en el punto de referencia de semejante deseo ofreciendo una
causa, una nueva fe. Hay que mantener las palabras vagas pero llenas de
promesas; enfatizar el entusiasmo sobre la racionalidad y el pensamiento
claro; proporcionar a los nuevos discípulos rituales que tengan que
realizar; pedirles que hagan sacrificios en favor de uno. En ausencia de
una religión organizada y de grandes causas, el nuevo sistema de
creencias proporcionará un poder indecible.
Ley 28: ENTRAR en ACCIÓN con AUDACIA
Si no tenemos claro que camino seguir para llevar a cabo una acción,
es mejor no intentarlo. Las dudas y la vacilación la estropearán. La
timidez es peligrosa: es mejor entrar con audacia. Cualquier
equivocación que se cometa por audacia puede resolverse fácilmente con
más audacia. Todos admiran al audaz; nadie honra al tímido.
Ley 29: PLANEAR TODO el CAMINO HASTA el FINAL
La conclusión lo es todo. Hay que planear todo el camino que conduce
hasta ella, teniendo en cuenta todas las posibles consecuencias,
obstáculos y quiebras de la fortuna que pueden revertir el trabajo duro y
proporcionar la gloria a otros. Si se planea teniendo en cuenta el
final uno no se verá abrumado por las circunstancias y sabrá cuando
parar. Hay que guiar la fortuna con suavidad y ayudar a determinar el
futuro pensando con antelación.
Ley 30: HACER que los LOGROS PROPIOS PAREZCAN REALIZADOS SIN ESFUERZO
Las acciones propias deben parecer naturales y llevadas a cabo con facilidad.
Ley 31: CONTROLAR las OPCIONES: CONSEGUIR que los DEMÁS JUEGUEN con NUESTRAS CARTAS
Los mejores engaños son aquellos que parecen proporcionar a la otra
persona una oportunidad: las víctimas sienten que controlan la
situación; pero, de hecho, son marionetas. Tenemos que ofrecer a los
demás opciones que actúen a nuestro favor sin importar lo que elijan.
Hay que forzarlos a tomar decisiones entre el menor de dos males,
sirviendo cualquiera de ellas para nuestros propósitos. Hay que ponerlos
entre la espada y la pared: se la van a clavar vayan donde vayan.
Ley 32: JUGAR con las FANTASÍAS de la GENTE
La verdad se evita a menudo porque resulta fea y desagradable. Nunca
hay que apelar a la verdad y a la realidad a menos que uno se esté
preparando para enfrentarse con la cólera que arranca del desencanto. La
vida es tan dura y desconsoladora que aquellos que son capaces de crear
romanticismo o provocar la fantasía son como un oasis en el desierto:
todo el mundo acude a ellos. Da mucho poder aprovecharse de las
fantasías de las masas.
Ley 33: DESCUBRIR el TALÓN de AQUILES de CADA PERSONA
Todos tenemos una debilidad, un punto débil en el muro del castillo.
Esa debilidad suele ser una inseguridad, una emoción o una necesidad
incontrolable; o puede ser también un pequeño placer secreto. De
cualquier forma, una vez que se encuentra, es un punto débil que se
puede explotar en beneficio propio.
Ley 34: SER REGIO en el COMPORTAMIENTO: ACTUAR como un REY para SER TRATADO como TAL
La manera en que uno se comporta determina el tratamiento que recibe:
a largo plazo tener una apariencia vulgar o corriente hará que la gente
pierda el respeto por esa persona. Porque un rey se respeta a sí mismo e
inspira este sentimiento en otros. Al actuar de manera regia y
confiada, uno parece destinado a ceñir una corona.
Ley 35: DOMINAR el ARTE de CALCULAR el TIEMPO
No hay que dar nunca la impresión de actuar apresuradamente -denota
una falta de control sobre uno mismo y sobre el tiempo-. Siempre hay que
dar la sensación de que se es paciente, como si se supiera que todo se
conseguirá con el tiempo. Hay que convertirse en un detective del
momento justo; descubrir el espíritu de los tiempos, las tendencias que
nos conducirán al poder. Hay que aprender a mantenerse al margen cuando
la hora todavía no ha llegado y golpear con fiereza cuando es el
momento.
Ley 36: DESDEÑAR las COSAS que no se PUEDEN TENER: IGNORARLAS es la MEJOR VENGANZA
Al reconocer un problema insignificante se le otorga existencia y
credibilidad. Cuanta más atención se presta a un enemigo, más se le
fortalece; y una pequeña equivocación a menudo se empeora y se hace más
visible cuando se intenta arreglar. A veces es mejor dejar las cosas
como están. Si hay algo que se desea pero no se puede tener, hay que
despreciarlo. Cuanto menos interés se manifieste, más superior se
parecerá.
Ley 37: CREAR ESPECTÁCULOS ATRACTIVOS
Las imágenes sorprendentes y los grandes gestos simbólicos crean el
aura del poder -todos responden ante ellos-. Por eso hay que representar
espectáculos llenos de visiones llamativas y símbolos radiantes, que
aumenten nuestra presencia, para aquellos que están alrededor de
nosotros. Abrumados por las apariencias nadie se percatará de lo que
estamos haciendo realmente.
Ley 38: PENSAR como se QUIERA, PERO COMPORTARSE como los DEMÁS
Si hacemos un espectáculo por ir en contra de los tiempos, y nos
pavoneamos de nuestras ideas poco convencionales y nuestras costumbres
poco ortodoxas, los demás pensarán que queremos llamar la atención y que
les estamos despreciando. Encontrarán una manera de castigarnos por
hacerles que se sientan inferiores. Resulta mucho más seguro fundirse
con la corriente general y nutrirse de ella. Sólo debemos compartir la
originalidad con amigos tolerantes y con aquellos con los que estamos
seguros de que apreciarán nuestro carácter único.
Ley 39: REMOVER las AGUAS para PESCAR PECES
La cólera y la emoción son estratégicamente contraproducentes. Hay
que mantenerse siempre calmado y objetivo. Pero si se puede lograr que
el enemigo se enfurezca mientras se permanece calmado, se obtiene una
indudable ventaja. Hay que desconcertar al enemigo: si se encuentra el
talón de Aquiles de su vanidad con el que confundirle, se tendrán las
riendas de la situación.
Ley 40: DESDEÑAR la COMIDA GRATUITA
Lo que se ofrece gratis es peligroso -normalmente implica o un truco o
una obligación oculta-. Merece la pena pagar aquello que realmente
tiene valor. Pagando lo que corresponde se libra uno de la gratitud, la
culpa y el fraude. A menudo también resulta inteligente pagar el precio
sin rebajas: no existen los atajos maravillosos. Hay que ser pródigo con
el dinero y mantenerlo en circulación, porque la generosidad es un
signo del poder y un imán para atraerlo.
Ley 41: EVITAR SEGUIR los PASOS de un GRAN HOMBRE
Lo que ocurre en primer lugar siempre parece mejor y más original que
lo que viene después: si se sucede a un gran hombre o se tiene un padre
famoso habrá que realizar el doble de hazañas para llegar a eclipsarle.
No hay que perderse en su sombra o estancarse en un pasado que no haya
construido uno mismo: hay que consolidar el propio nombre e identidad
cambiando de trayectoria. Matar simbólicamente al padre despótico,
menospreciar s u legado y obtener su poder brillando con luz propia.
Ley 42: GOLPEAR al PASTOR para que se DISPERSEN las OVEJAS
A menudo se puede seguir la pista de un problema hasta llegar a un
sólo individuo fuerte -el agitador, el subordinado arrogante, el
envenenador de la buena voluntad-. Si se permite que tales personas
tengan espacio para actuar, otras sucumbirán a su influencia. No hay que
esperar a que los problemas que causan se multipliquen, o intentar
negociar con ellos: son irredimibles. Es necesario neutralizar su
influencia por medio del aislamiento o del alejamiento. Al atacar la
fuente del problema, las ovejas se dispersarán.
Ley 43: MANIPULAR los CORAZONES y las MENTES de los DEMAS
La coacción provoca reacciones que acaban volviéndose contra
nosotros. Debemos seducir a los demás para que deseen seguirnos. Una
persona seducida se transforma en un peón leal. Y la manera de seducir a
alguien es influir en su psicología y en sus debilidades. Tenemos que
suavizar a nuestro contrario a base de manejar sus emociones, de jugar
con lo que consideran más valioso y con lo que temen. Si ignoramos el
alma y la mente de los demás acabarán odiándonos.
Ley 44: DESARMAR y ENFURECER a los DEMAS REFLEJANDO sus ACTITUDES
El espejo refleja la realidad, pero tambión es la herramienta
perfecta para el engaño: cuando reflejamos el comportamiento del
enemigo, actuando igual que él, no logra entender nuestra estrategia. El
reflejo les ridiculiza y les humilla, haciendo que reaccionen de forma
excesiva. Si les ponemos un espejo delante de la mente, les seducimos
con la ilusión de que compartimos sus valores; si lo ponemos ante sus
acciones, les damos una lección. Pocos pueden resistirse al poder del
reflejo.
Ley 45: PREDICAR la NECESIDAD de CAMBIO, pero NUNCA REFORMAR DEMASIADO de una SOLA VEZ
Todo el mundo comprende la necesidad de cambio en abstracto, pero en
el ámbito cotidiano las personas son criaturas de costumbre. Una
excesiva innovación les resulta traumática, y conducirá a la revuelta.
Si se es nuevo en una posición de poder, o un forastero que intenta
construir una base de poder, debe mostrar respeto hacia la antigua
manera de hacer las cosas. Si el cambio es necesario, debe hacerse
sentir como una suave mejora del pasado.
Ley 46: NUNCA PARECER DEMASIADO PERFECTO
Parecer mejor que los demás siempre resulta peligroso, pero lo más
expuesto de todo es aparentar no tener ningún defecto o debilidad. La
envidia provoca enemigos silenciosos. Es inteligente mostrar los
defectos en alguna ocasión y reconocer vicios inofensivos, para desviar
la envidia y parecer más humano y asequible. Sólo los dioses y los
muertos pueden parecer perfectos con total impunidad.
Ley 47: NO SOBREPASAR la META QUE UNO SE HA MARCADO; en la VICTORIA, SABER CUANDO PARAR
El momento de la victoria es a menudo el momento de mayor peligro. En
el ardor de la victoria la arrogancia y el exceso de confianza pueden
empujarle a uno más allá de la meta que se había marcada; y al ir
demasiado lejos se crean más enemigos que los que se derrotan. No hay
que permitir que el éxito se le suba a uno a la cabeza. No existen
sustitutos para la estrategia y la planificación cuidadosa. Debemos
marcarnos una meta, y cuando la alcancemos, detenernos.
Ley 48: ADOPTAR una APARIENCIA INFORME
Si adoptamos una forma, cuando tenemos un plan visible, nos exponemos
a que nos ataquen. En lugar de adoptar una forma que el enemigo pueda
agarrar, tenemos que mantener la capacidad de adaptación y estar en
movimiento. Tenemos que aceptar que nada es seguro y no hay leyes fijas.
La mejor manera de protegernos es ser tan fluido e informe como el
agua; no apostar nunca por la estabilidad o el orden duradero. Todo
cambia.