- La tentacion de rendirse será mucho más fuerte justo antes de la victoria.
- El truco de la vida es morir joven, pero lo más tarde posible.
- No hables a menos que puedas mejorar el silencio.
- El viaje de mil millas comienza con el primer paso.
- El fuerte superará un obstáculo; el sabio, todo el camino.
- No temas demorarte, ten miedo a detenerte.
- La felicidad de un tonto también es tonta.
- Que hayas tropezado y caído no significa que vayas por el camino equivocado.
- La cabaña donde te ríes es más reconfortante que el palacio donde te aburres.
- Siempre mira las cosas desde el lado positivo, si no lo hay, frota los lados oscuros hasta que brillen.
- Lo que suceda, sucede a tiempo.
- Aquel que señala tus defectos no siempre es tu enemigo; aquel que habla sobre tus virtudes no siempre es tu amigo.
- No te preocupes si no sabes algo, preocúpate si no quieres aprender.
- Los maestros sólo te abren las puertas, el resto del camino lo harás por tu cuenta
- Por mucho que sople el viento, la montaña no se inclinará ante él.
- Vive con paz en tu alma. Vendrá el tiempo y las flores florecerán solas.
- No hay amigos sin defectos; si les buscas defectos, te quedarás sin amigos.
- La desgracia entra por la puerta que tú le abres.
- Nadie regresa de sus viajes siendo el mismo que era antes.
- Aquellos que son capaces de ruborizarse, no pueden tener un corazón negro.
- Es mejor ser una persona por un día, que ser una sombra por mil días.
- Tu casa está ahí donde están tus pensamientos.
- La persona que pudo mover la montaña empezó moviendo unas piedras pequeñas.
- Si cometes un error, es mejor reír de inmediato.
- El mejor tiempo para sembrar un árbol fue hace 20 años. El siguiente mejor tiempo es hoy.
- Lo que determina el estado de felicidad o infelicidad de cada persona no es el evento en si mismo, sino lo que el evento significa para esa persona.
- Al igual que los padres cuidan de sus hijos, deberías tener en cuenta a todo el universo.
- El vaso no esta ni medio lleno, ni medio vacío. El vaso es simplemente un vaso y su contenido esta perpetuamente cambiando con tu percepción.
- Una cosa: tienes que andar y crear el camino andando; no encontrarás un camino ya hecho. No es barato alcanzar la mayor realización de la verdad. Tendrás que crear el camino andando tu solo; el camino no está ya hecho esperándote. Es justo como el cielo: los pájaros vuelan pero no dejan huellas. No los puedes seguir; no hay huellas detrás.
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Este blog es un ensayo digital donde el pensamiento estructurado se encuentra con la introspección profunda. Explora la arquitectura del conocimiento: desde lo técnico hasta los fundamentos éticos. Aquí, cada algoritmo tiene propósito, cada línea de código refleja intención, y cada reflexión filosófica busca optimizar no solo sistemas, sino también decisiones humanas. Este blog no solo enseña a pensar, enseña a discernir, a construir con sentido. Porque el verdadero desarrollo nace de la conciencia, y eso exige precisión, virtud y coraje.
Tenemos que aprender a contemplar las potenciales consecuencias de nuestros planes, para impedir que nos sorprendan. De esta manera, tendremos más control sobre las situaciones difíciles ya que el verdadero progreso no se mide por la velocidad con la que avanzamos, sino por la dirección que elegimos. En un mundo cada vez más interconectado, el desarrollo de la humanidad exige más que tecnología y conocimiento: requiere conciencia, empatía y propósito.
Debemos cultivar una inteligencia que no solo resuelva problemas, sino que los prevenga con sabiduría. Una ciencia que no solo descubra, sino que se pregunte por qué y para quién. Una economía que no solo crezca, sino que reparta con justicia. Y una cultura que no solo celebre lo diverso, sino que lo abrace como fuerza vital.
Cada decisión que tomamos, cada palabra que decimos, cada idea que compartimos, puede ser una semilla de transformación. El futuro no está escrito: lo estamos escribiendo juntos, ahora mismo.
Que el desarrollo humano sea integral, sostenible y profundamente humano. Porque solo cuando elevamos a todos, nos elevamos como especie.
Lecciones de la filosofía zen