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ccu cgg cgg gca Las doce letras que cambiaron el mundo

El genoma del nuevo coronavirus esconde una brevísima secuencia sospechosa de ser la principal culpable de su insólita capacidad de contagio y de su virulencia


El temible enemigo que ha obligado a miles de millones de personas a esconderse en sus casas es una minúscula pelotita de unas 70 millonésimas de milímetro. El nuevo coronavirus, llamado SARS-CoV-2 por los científicos, es tan pequeño respecto a un ser humano como una gallina respecto a todo el planeta Tierra. Ese es el gran adversario de la humanidad. El virus es apenas un brevísimo mensaje escrito con combinaciones de las mismas cuatro letras. Cada una de ellas es la inicial de un compuesto químico con diferentes cantidades de carbono, hidrógeno, nitrógeno y oxígeno. Con estas cuatro letras (a, u, g, c) está escrito el texto que ha matado a más de 275.000 personas desde que se detectó su existencia hace poco más de cuatro meses.


Un virus asombroso

El SARS-CoV-2 es insólito. Los virus respiratorios infectan habitualmente o la garganta o los pulmones. Los que se concentran en la garganta provocan síntomas más leves, pero se contagian muy fácilmente. Los virus que se adentran en los pulmones causan enfermedades más graves, pero son mucho menos infectivos. El SARS-CoV-2 es a la vez muy contagioso y potencialmente muy virulento.


La cabeza del Demogorgon

Al microscopio, el nuevo coronavirus parece una maza rompecabezas, la bola metálica con pinchos usada como arma durante la Edad Media. Pero haciendo zoom sobre una de estas espículas del virus la imagen es todavía más espeluznante. En el laboratorio del bioquímico estadounidense Greg Bowman se refieren a esta proteína protuberante como “el Demogorgon”, el monstruo de la serie Stranger Things: una criatura con cuerpo humanoide y una cabeza como una planta carnívora que devora a su presa.

Bowman dirige Folding@home, un proyecto que utiliza la potencia de los ordenadores de un millón de voluntarios para recrear el comportamiento de la espícula del virus. “El feroz Demogorgon abre sus fauces para atrapar a su presa”, describe con dramatismo Bowman, profesor de la Universidad de Washington. La presa del Demogorgon es el receptor ACE2, la cerradura de la célula humana que ya utilizó el virus del SARS de manera mucho más ineficiente en 2002. La llave del nuevo coronavirus se une a esta cerradura con una afinidad hasta 20 veces mayor que el virus del SARS. Pero hay otro factor que parece todavía más decisivo para explicar por qué aquel SARS-CoV-1, hermano del actual, mató a menos de 800 personas y el SARS-CoV-2 ya ha matado a más de 275.000: la furina.

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